Cuando Gustavo Petro, presidente de Colombia, declara en septiembre de 2022 ante los miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que la “acumulación ampliada del capital es la acumulación ampliada de la muerte” nosotros, en México estábamos ya trabajando contra esa acumulación mediante la 4T iniciada por el Presidente López Obrador y, si el notable mandatario colombiano dijo entonces que se necesitaban “menos ganancias y más amor ( ) para salvar al mundo y dentro de éste la selva amazónica”, aquí ya marchábamos de distintas maneras dentro de un proyecto llamado “humanismo mexicano” y con un movimiento llamado la Cuarta Transformación, habiendo sido, la primera, la Independencia de México de España, la Segunda, la Instauración de la República laica con Benito Juárez y la Tercera, nuestra Revolución del siglo XX, gracias sobre todo a la información que ha permeado las consciencias mediante las conferencias mañaneras en Palacio Nacional. Sin mencionar que la Escuela de Cuadros y ahora el Instituto de Formación Política de Morena han colaborado de alguna manera en la formación del Movimiento 4T.
Sin embargo, ni la política agraria presidencial ni los esfuerzos educativos de los compañeros del instituto han podido llegar lejos y profundo en la cuestión primaria de la alimentación, que debería ser el primer escalón de la reflexión y enmienda de la política del bienestar de la nación, de tal manera que vemos acercarse el fin del período presidencial revolucionario, con un legítimo temor de parálisis o incluso retroceso del mejoramiento para nuestro pueblo.
Pues los programas de “sembrando vida” que, en general, proporcionan monetario a los sembradores para que planten “frutales” y “maderables”, es decir mercancías para el consumo interno y externo, cuyos salarios emplean en el consumo de alimentos chatarra, así como los programas de fertilizantes químicos gratuitos, acompañados de insecticidas y herbicidas peligrosos para la salud humana, animal y de los suelos, equivale a la extracción contaminante de riquezas que parten al extranjero y dejan enfermedad y muerte en nuestras tierras. Nadie puede dudar de la buena voluntad y generosa visión del Mandatario, pero ello no excusa a los directivos partidarios de Morena de ignorar, en el programa para el porvenir el asunto de la tenencia y protección de la propiedad colectiva de la tierra, el aseguramiento del trabajo colectivo para la siembra, cosecha y distribución de los alimentos saludables, sin descontar la retención de la mano de obra en sus lugares de origen para detener los éxodos que despueblan nuestros campos (aunque luego los afortunados manden dinero)
En otras palabras, nos falta descolonizarnos mental y afectivamente, arrancar nuestros complejos y defender nuestros campos y sus habitantes, nuestros hermanos y hermanas, como Gustavo Petro su Amazonas, del mercado, del dinero, del neoliberalismo y la modernidad.