Siguió el INFP (Instituto de Formación Política) de Morena impartiendo conferencias para los interesados en contribuir a la prosecución de la 4T con el nuevo gobierno. No incorporaron nuestra experiencia sobre el terreno y en archivos y bibliotecas para incluir la que podría ser la QuintaTe (5T), es decir, la liberación de los campesinos que aman ser campesinos pero han debido incorporarse a una clase obrera del siglo XIX: sin reconocimientos, migrante, apta para todo, bajo el espejismo de la moneda y su poder de comprar cosas dañinas para la salud, o caducables en poco tiempo y transformadoras de la conciencia hacia la reducción del papel humano a espectadores y aplaudidores de ferias que venden lo inútil (y hasta dañino en diversas medidas) disfrazado de colores y con las virtudes de la magia de feria. O sea, espejismos en vez de conocimientos útiles para la vida.
Nuestra propuesta, en cambio, es a favor de recuperar la alegría de vivir durante las jornadas laborales y los descansos, lo que así fuera hasta que unos pueblos se vieron sometidos por la fuerza bélica de otros que no gozaban de las mismas premisas naturales, como calidad de las tierras, suficiencia de agua y climas benévolos. Nuestro ejemplo más próximo es el de los Iberos sobre los pueblos de Mesoamérica. Pero llegó la hora de la Segunda Independencia de nuestro país, liberando al pueblo del yugo capitalista que los oprime en tierra nacional pero mucho más cuando emigran, porque su libertad es la de transferir su potencial creativo hacia los dueños del capital que los emplea y, en ellos, tanto como en quienes se quedan en suelo mexicano para sostener el mismo fenómeno, su retribución NO ES EL DINERO, sino lo que compran con la moneda que reciben. Y lo que compran no son alimentos sino comestibles (que se pueden comer, pero no alimentan) cuyos dueños aprovechan el ciclo de pagar menos del valor del trabajo y vender sus productos industriales recuperando los salarios que erogaron. Si este ciclo no va descaradamente contra las Leyes Naturales y Humanas, cualesquiera sean las creencias que se tengan, pidamos a los opositores (con neuronas) nos expliquen cuál es la virtud de este círculo y, en cualquier caso, por qué la recuperación de la autosuficiencia alimentaria no debería convertirse en una meta revolucionaria para una Sexta Transformación.
En los más de 10 años que llevamos publicando la columna No sólo de Pan, en nuestro diario La Jornada, hemos demostrado conocer el tema, pero la profundidad a que hemos llegado se encuentra en el libro que me encargó la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) intitulado “Los alimentos que escribieron la historia de la Humanidad”, actualmente en prensa, de cuyos resultados surgió la iniciativa de reconocer el papel de la milpa mesoamericana en la historia de la humanidad y la urgencia de devolverle su lugar como núcleo de la organización social y familiar, la base de la salud humana y animal y el mantenimiento de la fertilidad de la tierra, así como el reconocimiento del origen de las culturas como formas de explicarse el universo y las fuerzas de Natura.
¿Y qué proponemos? Que sea un gobierno legítima y democráticamente constituido, en nuestro país, el que devuelva las bases estructurales de la milpa-policultivo, facilitando la recuperación de la máxima revolucionaria “la tierra debe ser de quienes la trabajan” y, con ello, restituir la base social del cultivo colectivo, incluidas la cosecha, el almacenamiento y la distribución, para regenerar las tierras agotadas por los monocultivos y los enfrentamientos intracomunitarios por una forma de propiedad individual (que antes no existió) sin mencionar el regreso de la salud humana desde la infancia hasta la muerte, y la convivencia social igualitaria y pacífica. Porque los apoyos monetarios sólo benefician al capital y sobre todo a la transnacional cuyas mercancías adquiere el pueblo con dichos apoyos.